* Esta publicaciones fue inspirada de la lectura de la columna de Matías del Río "Hasta que la vida nos separe", a la que los insto que lean.




Colegio Integrado Pío X - Talca. Kinder a 4º.
Puedo jactarme de que, por los más diversos motivos, recibí distintos tipos de educación, en lo que en Chile podrían llamarse los tres tipos de colegio: Municipal, Subvencionado y Particular. Y me jacto porque creo que sin duda esta amplitud en mi experiencia educativa me ha hecho lo que soy, más allá de lo que significara estar en clases de uno u otro, de tener cursos con 47 compañeros, o graduarme en IVº Medio de uno con 21. El -nomegustalapalabra- "perfil" de mis compañeros en cada uno de estos colegios era distinto, lo eran también los profesores y así terminé yo, formándome de la mezcla de todos ellos.

Siempre hablando desde la experiencia personal, creo que eso de que "un buen alumno es buen alumno en todas partes", es cierto. Fui buena alumna en los tres colegios, independiente de la dificultad académica que cada uno de ellos ofreciese. En ninguno de ellos me gustó estudiar matemática, siempre fui de las mejores en Historia y lo de humanista lo tenía pegado en la frente desde los 3 años (así lo confirman mis informes de personalidad de 'medio menor' -o como sea que se llame) Dios no me quería para Einstein.

Colegio Simón Bolivar. Municipal. 5º a 8º Básico.
Entonces, ¿por qué lo del Simce?, ¿por qué lo de la PSU?, los números no mienten (*) y efectivamente los resultados no son los mismos en estos tres tipos de colegios. Aquí me parece que hay un tema que se toca a la pasada en las "Reformas a la Educación" y que creo que -bien tratado- no sólo tendría como producto mejores resultados académicos, sino que -y mucho más importante aún- estaríamos promoviendo la existencia de mejores personas. Yo pasé por tres colegios, por 5 cursos (en el colegio municipal mezclaban frecuentemente a los alumnos y creaban nuevos cursos), pero la constante en mi vida era mi familia, era la misma, mismas normas, mismas metas, mismo apoyo.

En este punto esta columna se puede abrir a una infinitud de temas, pero en honor a su paciencia y mi inexpertiz, sólo me referiré a un tema de todos los que se pueden tocar: Qué pasa después de clase, qué hace que los cientos de niños que no tienen ese bastión regular -como en mi caso lo fue la familia- puedan igualmente seguir creciendo, seguir con excelencia sus estudios, lo que a la larga les permita decidir su propio futuro y no tener que sufrir la moira inexorable de un futuro que no desearon, pero que tampoco quisieron ni pudieron evitar. Qué hace -en definitiva- que Saúl, el niño de la columna del Sr. del Río - prefiera cuando sea mayor quedarse en el Colegio, a salir a la calle o apoyar en el, si se puede llamar así, oficio de sus padres.

 Nstra Sra. del Carmen - Ñuñoa. Particular. I a IV Medio
En este sentido, creo que las denominadas “actividades extraprogramáticas” se transforman en uno de soportes más importante que "un niño a la deriva" puede tener en su formación. Que lo que sus padres no le enseñen de constancia, se lo muestre su profesor de básquetbol, que lo de "compartir" que no aprendió de sus hermanos, lo aprenda en una taller de arte, cuando se le acabe la acuarela roja y un compañero se la preste. Que lo que ve de violencia descontrolada en las calles de su barrio, lo vea como una forma controlada de expresar la fuerza, en su clase de Karate. Que, en fin, todo aquello que forma no estudiantes, sino personas, podamos suplirlo nosotros en alguna medida, si en su casa les falta. Porque - con mucho respeto - nada de esto se realmente aprehende ni en Matemáticas, ni en Historia.

Vuelta a la experiencia personal, la mejor oferta de "actividades extraprogramáticas" a la que tuve la suerte de acceder fue en el Colegio Subvencionado (aunque parezca raro). Botánica, Voleyball, Natación, Teatro, Primeros Auxilios son algunas de las actividades en las que participé y les aseguro que esto -entre otras cosas, como mi adorada Profesora Jefe de 1º y 2º básico - hacen que le atribuya buena parte de mi forma de ser a lo que me entregó ese colegio, entre los tiernos 4 a 9 años.







(*)Para enterarse de cuáles son estos números los invito a visitar y formar parte activa de educacion2020.cl


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De los detalles

Pocas, muy pocas veces me pasa que me desiluciono del mundo. Y por desilucionarme del mundo evidentemente me refiero a desilucionarme de su componente más importante, los seres humanos. Más de una vez, e injustamente, las personas me han hecho ver "lo buena" que soy, y la verdad yo no creo ser buena (supierantodaslascosasquepasanpormicabeza), el punto es que la vara está muy baja, y eso es lo más alarmante de todo.

Así como pocas veces me desiluciono del mundo, otra constante en mi vida es el tratar permanentemente de ver el lado bueno de las personas, todos tienen uno y la vida se ve tanto mejor si nos enfocamos en eso, pero hay veces en que tonteras, pequeños detalles, hacen caer en cuenta que todo lo bueno que tratamos de extrapolar a la imagen general de una persona, no es sino un disfraz que hemos creado de lo que realmente pasa adentro y que a veces, por más que queramos, es ese lado poco agradable que fluye con más naturalidad y el que, peor aún, ni siquiera estamos dispuestos a combatir.

Eso me desiluciona.

Hace poco hablaba de lo mucho que me cuesta escribir, de las mil y una ediciones que realizo antes de publicar, pero creánme, esto va del corazón al blog, sin cerebro, sin edición.

Jason Mraz ft. James Morrison - Details in the fabric 


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*Esto lo escribí el año pasado para el blog del Programa de Voluntariado de la Vicaría de la Pastoral Social , este programa ya no existe y por lo tanto el grupo que participaba en este se diseminó*


Extranjera en mi propio país. No existe un estado político para ello, pero es definitivamente la forma en que me siento los días en que comparto con la familia Al Hamidi. Una extranjera, en todo caso, que con el tiempo cambió la visa de turista por una de residencia, ya que todo aquello que durante los primeros días me pareció llamativo, anecdótico y hasta caricaturesco (entendiéndose, por favor, en el sentido de la caricatura que en occidente tenemos respecto de la cultura árabe), hoy no es más que parte de una rutina acoplada a mi vida que se manifiesta como un espacio de medio oriente que estoy invitada a compartir todas las semanas.

El objetivo del programa, al menos formal, es claro y directo ‘acompañar y apoyar a los refugiados palestinos en su proceso de aprendizaje del español’. Ese mismo objetivo en una sala de clases, con más personas, con una pizarra y un horario determinado, en definitiva en un espacio neutro, podría transformar este mismo texto en ante todo el relato de una experiencia técnica de enseñanza, de observación de fortalezas y dificultades en el aprendizaje del idioma, en fin, en la descripción de un ‘trabajo’. Sin embargo, es en el quebrantamiento de esa neutralidad, en el entrar directamente a sus casas y a sus vidas, que esta experiencia de voluntariado se transforma, dejando de ser un ‘trabajo’ y pasando este texto a ser, por tanto, el relato de una relación.

De este modo, con la legítima excusa del apoyo en el aprendizaje del español, entro todas las semanas a esa casa a dar vida, como todos los voluntarios de la Vicaría, al lema que mueve el programa: Chile país de acogida. Así la tarde pasa entre la actualización de cómo estuvo la semana, la revisión de las tareas, la eventual lectura de un libro, y la siempre recurrente conversación –aún en un español rudimentario- sobre fe, religión, costumbres y visión de mundo, con una profundidad con la que en escasas ocasiones podemos tener incluso con nuestro grupo de amigos más cercano.

Extranjera soy yo entonces dentro de una casa ubicada en un país donde ellos son propiamente los extranjeros, y es así, en esa ajenidad que ambos reconocemos, que se produce el encuentro y que en este se abren las posibilidades de un diálogo infinito, que permite no sólo dar vida al lema del programa, sino –y principalmente- vivificar el mandato de Cristo ‘Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa’ (Mt. 25, 35).



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