Campaña Peluches





La agrupación Desafío levantemos Chile, creada para ayudar a las víctimas del terremoto del 2010 está realizando una campaña de recolección de peluches, los que serán enviados a Jardines Infantiles que se están encargando de reconstruir en las zonas afectadas.

Si tienes algún peluche que donar, contáctame (paubadilla@gmail.com) y nos ponemos de acuerdo para hacerlo llegar a la agrupación. Sólo tiene que estar en buen estado. La campaña dura hasta este viernes!!

Un peluche ya es un gran aporte, anímate!!


Read Users' Comments ( 1 )

Pocas veces defiendo la política de intervención internacional que tiene Estados Unidos. La mayoría de las veces pienso, como muchos, que su intervención tiene poco de humanitario y mucho de garante de intereses propios, sin embargo, y en el caso de Libia, existe un sustento legal que justifica el uso de la fuerza contra el gobierno de Gaddafi y que, aún cuando pueda tener sus motivos ulteriores, hacen que en este caso en particular apoye las acciones tomadas. El nombre de este fundamento legal es conocido como la doctrina de “La Responsabilidad de Proteger” (R2P en adelante). 



La R2P es tan antigua como el derecho, podemos trazarla incluso hasta los romanos, sin embargo es ya más esquematizada por Grocio en su “Derecho de Guerra y Paz” de 1625, donde establece no como una facultad sino como un deber de las otras naciones la asistencia al pueblo oprimido por un soberano que ejerce su autoridad injustamente y sin velar por el bien de sus súbditos.

Por no hacer una exposición tan larga, voy a saltarme a la década de los 90's en que dos grandes fracasos de la ONU marcaron la pauta en lo que sería el desarrollo de esta doctrina: Me refiero al Desastre de Srebrenica y el fracaso de la intervención en Somalia. En ambos casos (los invito a informarse más) las intervenciones hechas por cascos azules de la ONU fueron insuficientes. En el caso de Srebrenica tuvo que intervenir la OTAN para poder detener el genocidio que los serbios estaban cometiendo contra los bosnios, mientras que en el caso de Somalia... bueno... aún no hay intervención exitosa alguna. A partir de las críticas hechas a estas intervenciones y al alto costo en vidas humanas que tuvo su insuficiencia, es que Kofi Annan -principalmente- comenzó a hablar de la responsabilidad de la comunidad internacional como un todo de responder ante estas situaciones y de proteger a las víctimas de estos conflictos ya sean nacionales o internacionales.

El 2005 en la “World Summit” de la ONU, en que se revisó lo hecho por esta organización en sus 60 años de existencia, se trató ya más formalmente el tema, estableciendo que los Estados son responsables de proteger a sus nacionales de cualquier atentado contra su vida, seguridad y derechos humanos y que ante el incumplimiento de este deber, la comunidad internacional está habilitada para actuar. Este es entonces, y muy a grandes rasgos, el marco legal en que se encuentra la intervención hecha a Libia hoy.

En las reuniones preparativas de la “World Summit” un grupo de expertos en lo relativo a este tema estableción 5 requisitos para que una intervención armada pudiera darse:

  1. Seriedad de la amenaza
  2. Debido propósito
  3. Último recurso
  4. Medidas proporcionales
  5. Balance de las consecuencias

Brevemente:
Respecto del primer punto, creo que no hay duda, la amenaza ya no era sólo eso, sino que las fuerzas insurgentes en libias estaban sufriendo ataques efectivos por parte del gobierno, no es necesario agregar más.
En cuanto al debido propósito, bueno, efectivamente puede haber segundas intenciones. Todos sabemos el poder del petróleo y su influencia en la economía del mundo, probablemente no se trate sólo entonces de “defender la democracia” ni de salvar al “oprimido pueblo libio”, pero no por ello hay que condenar la intervención en sí, creo -adelanto a las conclusiones- que hay que más bien regular su extensión.

En lo personal me parece que efectivamente el ataque armado era el último recurso disponible, en particular porque la población civil ya estaba siendo atacada, no eran meras amenazas, y era necesario tomar medidas efectivas a corto plazo y, bueno, todos sabemos que para ese resultado la diplomacia no es el camino más eficiente.

Respecto a la proporcionalidad de las medidas, hasta el momento creo que se ha respetado, mal que mal, estamos hablando de 3 países con gran cantidad y calidad en su armamento y, hasta ahora, no parecen haberse sobrepasado en sus ataques, me imagino que por lo complejo de atacar target como los que persiguen ahora. Esperemos que no empiecen a llegar las noticias de “errores” en los ataques y que se vean civiles directamente atacados o bien atrapados en un fuego cruzado.

El balance de las consecuencias... difícil. ¿Podemos usar la fuerza para derrocar un tirano?, es proporcional la muerte de sus seguidores o la de sus detractores para lograr ese cambio? Es la mejor medida?, creo que es una reflexión que sobrepasa estas líneas, pero me encantaría leer sus comentarios al respecto.

Como adelantaba, estimados, creo que en vez de negar la existencia o, mejor dicho, la necesidad de estas intervenciones es más bien necesario considerar su regulación, su limitación y la férrea fiscalización de su cumplimiento. Una vez que el mandato termina, fuera las fuerzas, fuera la intervención y que el país surja por las suyas, al final, ningún país es perfecto y todos han tenido que forjarse a partir de si mismo, así que ninguna intervención – ni aún de los más expertos – puede asegurar procesos de transición política pacíficos y exitosos. Y los incrédulos, bueno, los invito a estudiar el caso de Kosovo que, aún con reticencia por parte de algunos, vio retirarse a las fuerzas de la OTAN, siguió con un mandato de estabilización político de la ONU y terminó hoy como un país independiente y democrático.




Read Users' Comments ( 1 )


Voy a contar la historia de Llico. O mi historia de Llico más bien, que envuelve uno de los momentos más conflictivos que tuve mientras estuve trabajando en la reconstrucción y que se me viene a la memoria de mano de, por supuesto, lo que hemos visto este día, lo que está ocurriendo a estar horas (evacuación) y lo que tanto se discute a nivel político y ciudadano cuando se habla de la reconstrucción, me refiero al dónde y al qué reconstruir. 


Llico es una localidad de la comuna de Vichuquén, comuna bendecida con una belleza incansable, con una puesta de sol que daría para grabar con una cámara de celular una comercial de esos bien vaporosos de perfume francés, bendita –en particular- con un lago, un río y el mar. El problema es que hoy bien sabemos que cuando el agua se descontrola deja de ser sólo el sustento de nuestra civilización y se transforma en la fuerza más letal que existe en nuestra naturaleza. La comuna de Vichuquén, como decía, tiene estas tres manifestaciones de agua, pero Llico se ve especialmente favorecido (?) por ello, pues ese sector que pueden ver en el mapa que tiene el lago Vichuquén a su espalda, el océano pacífico al frente y el río Llico a uno de sus costados. No necesito explicarles –ya lo vieron y si no se acordaban, probablemente lo recordaron hoy- cómo quedó ese sector cuando fuimos protagonistas de nuestro propio maremoto. La gente me explicaba que el río un bendito 27 de Febrero decidió tener más protagonismo, y ser él donde desembocara el mar, pero la pega le quedó grande, las olas empezaron a azotar y el río –sobrepasado- empezó a inundar los campos que lo bordeaban, las casas de sus vecinos, y llevarse a un par de ellos en el camino. No le gustaba que lo vieran fracasar.

Así quedó Llico, con sus habitantes bajo los árboles del cerro que los aísla del resto del mundo y, cuando llegaron “los ricos del lago”*, en mediaguas donadas por ellos y construidas en ese mismo cerro.  Cuando llegué yo, acompañada de un algunos funcionarios municipales, a visitar a las más de 90 familias de la lista de beneficiarios de mediaguas según la municipalidad, me enfrenté por primera vez a la incómoda situación de que no me contaran sus historias, sino que me exigieran su mediagua, su segunda mediagua, porque eso era lo que les “habían prometido”. No me voy a meter en el conflicto político de fondo que hubo aquí, quizás en otro momento lo haga, sino que me quiero enfocar en dos cosas, la situación de los habitantes de Llico en particular, y la reacción personal.

En cuanto a los “lliquenses” (?), sus casas habían sido devastadas. En mi torpeza hice esa clásica pregunta que uno se arrepiente cuando ve la cara del que le va a responder (tipo, “y cómo está tu polola?”, sin saber que terminaron recién) pero mi pregunta fue ¿Y dónde está su casa?, sólo para que me indicaran un espacio desierto, húmedo, oscuro y con madera apilada alrededor, que definitivamente fueron en su mejor momento, las murallas de su hogar. Esa historia se repetía por muchos, pero –y aquí viene el problema- cuando contemplábamos la opción de construir la mediagua, a la pregunta dónde, la respuesta era “aquí”. No soy oceanógrafa, ni geógrafa (Dios me libre!), tampoco ingeniera y ningún interés en la construcción, pero el mismo sentido común que me dice que con un terremoto de 8.8 hay que decretar alerta de tsunami (sí, palo), me dice que no puedo emplazar la vivienda de emergencia en el mismo lugar donde estaba la anterior y que fue arrasada por el mar. Esa discusión la tuve repetidas veces ese día, y lo que para mi parecía tan lógico, para algunas de las personas parecía simplemente un insulto. Algunos, claro, no bajaban del cerro ni para comprar y habían decidido quedarse allí y reconstruir allí, lejos del agua que los rodea, lejos del agua que les arrasó la vida.

¿Qué pasa hoy con las personas de Llico?, hoy, 11 de Marzo, en que tenemos alerta de tsunami nuevamente, en que el agua amenaza nuevamente, ¿temerán?, ¿dejarán sus casas y partirán al cerro?. Prometo que cuando hablaban de cómo se estaba planificando la evacuación volví casi presencialmente a Llico y me vi compartiendo nuevamente una camioneta municipal, avisándole a las personas, que sí, por ese terremoto que ocurrió por allá lejos en Japón, ellos nuevamente corrían el riesgo de perderlo todo, y perderse a ellos mismos.

El temor y la tozudez pueden manifestarse más en conjunto de lo que uno piensa frente a una misma situación, o quizás incluso van de la mano. En lo personal Llico me dejó –aparte del sinsabor de la experiencia misma de verme involucrada en una promesa política de la que no era parte- con uno de los cuestionamientos más grandes respecto de la reconstrucción y que tiene que ver directamente con el dónde. ¿Será que Chile simplemente no se puede permitir un borde costero habitable?, y entonces, qué hacemos con el pescador para que salga a pescar, ¿dónde vive? La respuesta evidentemente no la tengo yo, pero ante estas emergencias en las que nos vemos involucrados, vale la pena darle una vuelta. Porque, con la mano en el corazón, ¿Cómo viviríamos si cada vez que hay un terremoto importante tuviésemos que abandonar todas nuestras pertenencias, nuestra historia, para salvar la vida?




________________________________________
*Así le llaman a las personas –generalmente santiaguinos- que tienen unas casas tremendas y que jamás pude ver porque están internadas en el bosque a orillas del lago y lejos del camino.

Si quieren ver imágenes de Llico después del terremoto, existe esta Galería de Terra


Read Users' Comments ( 0 )