Pocas veces defiendo la política de intervención internacional que tiene Estados Unidos. La mayoría de las veces pienso, como muchos, que su intervención tiene poco de humanitario y mucho de garante de intereses propios, sin embargo, y en el caso de Libia, existe un sustento legal que justifica el uso de la fuerza contra el gobierno de Gaddafi y que, aún cuando pueda tener sus motivos ulteriores, hacen que en este caso en particular apoye las acciones tomadas. El nombre de este fundamento legal es conocido como la doctrina de “La Responsabilidad de Proteger” (R2P en adelante).
La R2P es tan antigua como el derecho, podemos trazarla incluso hasta los romanos, sin embargo es ya más esquematizada por Grocio en su “Derecho de Guerra y Paz” de 1625, donde establece no como una facultad sino como un deber de las otras naciones la asistencia al pueblo oprimido por un soberano que ejerce su autoridad injustamente y sin velar por el bien de sus súbditos.
Por no hacer una exposición tan larga, voy a saltarme a la década de los 90's en que dos grandes fracasos de la ONU marcaron la pauta en lo que sería el desarrollo de esta doctrina: Me refiero al Desastre de Srebrenica y el fracaso de la intervención en Somalia. En ambos casos (los invito a informarse más) las intervenciones hechas por cascos azules de la ONU fueron insuficientes. En el caso de Srebrenica tuvo que intervenir la OTAN para poder detener el genocidio que los serbios estaban cometiendo contra los bosnios, mientras que en el caso de Somalia... bueno... aún no hay intervención exitosa alguna. A partir de las críticas hechas a estas intervenciones y al alto costo en vidas humanas que tuvo su insuficiencia, es que Kofi Annan -principalmente- comenzó a hablar de la responsabilidad de la comunidad internacional como un todo de responder ante estas situaciones y de proteger a las víctimas de estos conflictos ya sean nacionales o internacionales.
El 2005 en la “World Summit” de la ONU, en que se revisó lo hecho por esta organización en sus 60 años de existencia, se trató ya más formalmente el tema, estableciendo que los Estados son responsables de proteger a sus nacionales de cualquier atentado contra su vida, seguridad y derechos humanos y que ante el incumplimiento de este deber, la comunidad internacional está habilitada para actuar. Este es entonces, y muy a grandes rasgos, el marco legal en que se encuentra la intervención hecha a Libia hoy.
En las reuniones preparativas de la “World Summit” un grupo de expertos en lo relativo a este tema estableción 5 requisitos para que una intervención armada pudiera darse:
- Seriedad de la amenaza
- Debido propósito
- Último recurso
- Medidas proporcionales
- Balance de las consecuencias
Brevemente:
Respecto del primer punto, creo que no hay duda, la amenaza ya no era sólo eso, sino que las fuerzas insurgentes en libias estaban sufriendo ataques efectivos por parte del gobierno, no es necesario agregar más.
En cuanto al debido propósito, bueno, efectivamente puede haber segundas intenciones. Todos sabemos el poder del petróleo y su influencia en la economía del mundo, probablemente no se trate sólo entonces de “defender la democracia” ni de salvar al “oprimido pueblo libio”, pero no por ello hay que condenar la intervención en sí, creo -adelanto a las conclusiones- que hay que más bien regular su extensión.
En lo personal me parece que efectivamente el ataque armado era el último recurso disponible, en particular porque la población civil ya estaba siendo atacada, no eran meras amenazas, y era necesario tomar medidas efectivas a corto plazo y, bueno, todos sabemos que para ese resultado la diplomacia no es el camino más eficiente.
Respecto a la proporcionalidad de las medidas, hasta el momento creo que se ha respetado, mal que mal, estamos hablando de 3 países con gran cantidad y calidad en su armamento y, hasta ahora, no parecen haberse sobrepasado en sus ataques, me imagino que por lo complejo de atacar target como los que persiguen ahora. Esperemos que no empiecen a llegar las noticias de “errores” en los ataques y que se vean civiles directamente atacados o bien atrapados en un fuego cruzado.
El balance de las consecuencias... difícil. ¿Podemos usar la fuerza para derrocar un tirano?, es proporcional la muerte de sus seguidores o la de sus detractores para lograr ese cambio? Es la mejor medida?, creo que es una reflexión que sobrepasa estas líneas, pero me encantaría leer sus comentarios al respecto.
Como adelantaba, estimados, creo que en vez de negar la existencia o, mejor dicho, la necesidad de estas intervenciones es más bien necesario considerar su regulación, su limitación y la férrea fiscalización de su cumplimiento. Una vez que el mandato termina, fuera las fuerzas, fuera la intervención y que el país surja por las suyas, al final, ningún país es perfecto y todos han tenido que forjarse a partir de si mismo, así que ninguna intervención – ni aún de los más expertos – puede asegurar procesos de transición política pacíficos y exitosos. Y los incrédulos, bueno, los invito a estudiar el caso de Kosovo que, aún con reticencia por parte de algunos, vio retirarse a las fuerzas de la OTAN, siguió con un mandato de estabilización político de la ONU y terminó hoy como un país independiente y democrático.
1 comentario:
probando...probando...
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