**Para ser absolutamente fiel a la emocionalidad de este día, el post está hecho en un mero corriente de la conciencia, sin filtro ni edición. Lea a su riesgo**
________________________________________
Estaba viendo las noticias hace unos días, en este nuevo “boom” televisivo del terremoto, y apareció una imagen que sin esfuerzo alguno me trasladó a lo que fue mi vida, a la que fui yo en los meses post-terremoto. Baldosa sobre tierra. Alguna que otra muralla de pie, agrietada, grisácea, muralla verde hospital, muralla de nada, baldosa al aire como de terraza mal cuidada. Una sola palabra se me vino a la mente: desolador.
Curiosamente, la primera definición de desolador en la rae es “asolar” y asolar lo define como “destruir, arrasar”, es impresionante lo bien construido que está nuestro idioma.
La baldosa en la tierra representa todo lo que era y ya no es. Todo lo que, desde sí, podría haber sido. De muralla verde a muralla blanca, de comedor de 4 a comedor de 6, de casa de un piso a casa de dos, todo sostenido por esa baldosa que adherida a la tierra cimentaba la esperanza de una familia que a puro esfuerzo propio había ido mejorando su vivienda, esa vivienda de subsidio o esa fiel casa de adobe tantas veces reparada, pero que ahora, reducida a algo mucho menos que escombros, no era sino un fantasma lejano de lo que podría haber sido y que probablemente, y para mi dolor, el de los dueños, y espero el de ustedes, nunca será.
Y ahí llegaba yo, cuaderno en mano, inexperimentada, ignorante, insolente, a decirle que sus baldosas, esas mismas que tantas veces sirvió de sostén para los “primeros pasos” de algún pequeño de la familia, esas que eran el único vestigio de lo que fue, iban a tener que ser traspasadas indolentemente por un chuzo, para que allí, sobre lo que nunca sería, le pudiésemos instalar aquello que era lo único que le podíamos dar: una mediagua. Entonces en un acto más de nostalgia que de pragmatismo, algunas personas tomaban su propio chuzo y salvaban las baldosas que podían y quedaban allí, todas arrinconadas en alguna esquina, quizás para qué, quizás para cuándo…, y ahí frente a nosotros entonces, ya ni muralla, ya ni baldosa, una mera capa de concreto y los recuerdos. Y a construir, que en cualquier caso, esto es mejor que una carpa.
1 comentario:
probaaandooo
Publicar un comentario